La Tierra, pequeña parte del Universo, a nuestra escala, es algo muy grande, es todo nuestro mundo, todo lo que somos, todo lo que hacemos. De vez en cuando, a veces, cuando miramos al Cielo somos conscientes de formar parte de él, de que nuestra existencia, pasada, presente y futura, tiene mucho que ver con lo que pasa con nuestros compañeros de viaje.
Algunos de estos compañeros son gigantes y muy lejanos, tanto, que es difícil imaginárselos. Las estrellas, las Reinas del Cielo, a no ser nuestro Sol, parecen tener poco que decirnos, están tan lejos en el tiempo y en el espacio! que nos cuesta, pese a su poder, percibir su influencia en nosotros.
Nos hace falta, de cuando en vez, que alguno de los más minúsculos compañeros de viaje nos haga recordar nuestra forma particular de sobrevivir al Cielo. Es bueno que nos paremos y pensemos, que seamos capaces de percibir su fuerza y nuestra vulnerabilidad, y valorar nuestra privilegiada posición en el Universo, la vida en la Tierra se muestra de nuevo como un acontecimiento extraordinario, un superviviente nato, un ser que se ha tenido que reinventar en múltiples ocasiones, que ha tenido que caer y levantarse de nuevo, cada vez con nuevas fuerzas, y nuevas capacidades. No puedo sino pensar en el enorme paralelismo de la vida de la Tierra con una vida humana, en nuestra vida, lo que no nos mata nos hace más fuertes.
Hoy percibo a la Tierra como la grande superviviente, un planeta fantástico que se ha ido amoldando, con éxito, al devenir de los Cielos, y que ha sabido salirse con la suya ¡seguir entera!.
También hoy, percibo nuestra pequeñez y nuestra fragilidad. Esta semana, en el mismo día, el viernes 15 de febrero, han tenido lugar dos sucesos protagonizados por dos representantes de los seres más pequeños del Universo. Dos seres que nos ponen en jaque, y que nos demuestran, lo insignificantes que somos, incluso contra nuestro compañero más pequeño, y también que aún tenemos mucho que aprender para seguir existiendo.
El meteorito que cayó ayer en Rusia, encima sin que fuéramos capaces de verlo venir, nos da un toque de atención y nos dice que estamos A MERCED DEL CIELO. ¡Qué cosas!, tan grandes las estrellas y, luego, va, y algo, a penas perceptible en el Cielo, es nuestra mayor amenaza.
Curioso el ser humano,el mismo día por la noche, cuando sabemos, esta vez si, que va a pasar un asteroide muy próximo a nosotros, demostramos de nuevo nuestra grandeza, siendo capaces, incluso con un telescopio de aficionado, de 20 cm, y desde una ciudad, ver pasar, y grabar en nuestras memorias de silicio, un pedacito de cielo de tan solo unos 45 metros de diámetro y que se mueve a 7km por segundo.
Pedacitos de cielo, si, ellos y nosotros, cariñosa denominación para tan devastadores visitantes que nos recuerdan, a la vez, nuestra grandeza y nuestra fragilidad. En el Universo el tamaño no importa, todos contamos, como debe ser, en el Universo, y en la vida!, a todos nos viene bien recordar esto.
Os dejo una foto del asteroide que sacó Paco anoche, hizo falta, como siempre paciencia y suerte, pero al final entre nubes y niebla, triunfo el tesón y la ilusión del ser humano.
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